Hola mi nombre es Jasmin Meade tengo 19 años de casada con Julio Márquez, con el cual entramos al maravilloso y a la vez desafiante mundo de ser padres, con 3 hijos, Jasmin de 14, Emily de 11 y Samuel de 5 hemos enfrentado muchos y diferentes retos en sus vidas y en las de nosotros como guías de esas cartas en blanco que Dios nos da, para llenarlas del propósito que Dios anhela para ellos.

Hay tantos y diferentes retos que enfrentamos como padres de adolescentes, que siempre necesitaremos de esa ayuda que Dios nos brinda en su palabra, creo que hoy en la actualidad nuestros hijos son atacados por esta era “La era de la tecnología” que ataca sus pequeñas mentes, robándoles su infancia, tiempo, propósito, el saber relacionarse, su inocencia, su paz, etc. 

Proverbios 22:6 Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez, no lo abandonara.

Es nuestra responsabilidad como padres, saber administrar los tiempos y la forma de controlar los aparatos electrónicos, pero sobre todos esos videojuegos que quieren cauterizar e insensibilizar sus mentes y corazones. En lo personal con mis hijos he optado por ningún juego bélico, por más inofensivo que parezca, el enemigo a usado esta estrategia para robar la capacidad de amar como Jesús Ama, lo hace tan sutilmente, vestido de Among Us, Fortnite, Call of Duty también me pregunto porque muchos de nuestros hijos no pueden dormir, ¡tal vez el famoso Five nights at Freddy aparezca en sus sueños no lo sé! Solo te invito y me invito a ver lo que juegan nuestros hijos y pasarlo por el filtro más famoso de la biblia filipenses 4:8 por lo demás hermanos todo lo que es verdadero todo lo honesto todo lo justo todo lo puro todo lo amable todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna si algo digno de alabanza en esto pensad.

¡Tal vez lo puedas escuchar muy exagerado, pero se que esto responderá muchas de tus preguntas del comportamiento de nuestros hijos: Somos responsables de sus acciones. ¡Enseñémosles a Amar como Jesús Amó!

Hebreos 12:1-12 por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios. Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos. Después de todo, ustedes aún no han dado su vida en la lucha contra el pecado.

¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo:

«Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
    y no te des por vencido cuando te corrige.
Pues el Señor disciplina a los que ama
    y castiga a todo el que recibe como hijo».

al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre? si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos. Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, entonces, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre? pues nuestros padres terrenales nos disciplinaban durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella. Por lo tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y fortalezcan sus rodillas debilitadas. Tracen un camino recto para sus pies, a fin de que los débiles y los cojos no caigan, sino que se fortalezcan.

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