Mi nombre es Jay, la familia que Dios me regaló se conforma por mi esposo David y mi hijo David Alejandro, quién atraviesa por los terribles dos años. A esta temporada le llaman así porque los berrinches se vuelven pesados e intensos. Además que se le suma que:
- Integraron a su vocabulario el “no”
- Se sienten autónomos
- Quieren imponer sus deseos
Y todos estos cambios al inicio me desubicaron y lastimaron, recuerdo uno de los berrinches que me dio la bienvenida a esta etapa y yo no tenía ni idea de que hacer, subí y bajé las escaleras, me senté, me paré, lo dejé, lo cargué, lloré y dejé de llorar, “¿Qué le pasa?” “¿Cómo lo calmo?” “¿Qué botón le pico para que se apague?”
Y luego de un segundo a otro se calmó. Me dejó desgastada, asustada, sintiéndome incapacitada.
¿Recuerdas como fueron los terribles dos de tus hijos?
Nuestro deber se ha vuelto capacitarnos, aprendimos que con violencia los berrinches no se hacen menos, dándoles todo tampoco, pero hay avances significativos cuando lo acompañamos, lo conocemos y nos anticipamos.
Te cuento esto porque de pronto los preadolescentes y adolescentes se comportan como los de niños de 2 años, no controlan sus emociones, están enfrentándose a cambios que ni ellos entienden, quieren ser grandes sin dejar los privilegios de ser pequeños, y quizá como papás, al igual que nosotros se han llegado a sentir abrumados por la situación.
Me ayuda saber que antes que nosotros seamos sus padres terrenales, mi hijo tiene un Padre Celestial que no lo soltará, y eso me hace ser intencional en el acompañamiento por que entiendo que será de impacto para su vida, aún cuando no se nos permita físicamente (porque a veces no quieren ni que los toques), pero podemos abrazarlos con nuestras oraciones.
Cuando estaba embarazada le pedí a Dios una promesa para declararla sobre mi hijo y me dio esta:
1 Crónicas 17:13 Yo seré su padre, y él será mi hijo. Nunca le retiraré mi favor.
Así que abrazo a mi hijo con esta palabra de confianza. Confianza que tiene un Padre Celestial que nunca le retirará su favor, ni su amor, ni su paternidad.
¿Cuál es la oración con la que abrazas a tus hijos? Comienza a declarar que a pesar de la dificultad de la temporada ellos tienen un futuro y una esperanza en Dios.
¡Respira, esto también pasará!
Familia Gómez Orozco.
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