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Tu historia aún no termina
Daniela Contreras
Tengo la bendición de haber nacido en un hogar cristiano, donde mis padres me enseñaron desde pequeña amar y creer en Dios, y buscar Su Presencia. Yo crecí yendo a la iglesia toda mi vida y sirviendo a Dios. A la edad de 19 años fui diagnosticada con un tipo de cáncer llamado Lymphoma. El doctor le dijo a mis padres que solo me daban de 3 a 6 meses de vida por la etapa de cáncer en la que me encontraba.
Todo fue muy rápido y fue devastador para mí y mi familia, que inmediatamente comencé con quimioterapias y empecé a resentir las secuelas de cada una de ellas. Durante ese proceso se me empezó a caer el cabello, vinieron los ascos y las náuseas, mucho dolor, una debilidad extrema y por si fuera poco te quedas sin defensas en tu cuerpo. Me mencionaron que cada quimioterapia era muy fuerte por la etapa de cáncer en la que me encontraba, por lo que habría un efecto en mi cuerpo; el doctor me dijo que sería muy difícil que un día pudiera tener hijos en un futuro.
Por varios meses estuve luchando con esta enfermedad haciéndome fuerte para resistir el dolor y todos los malestares que traía. Durante esos momentos de dolor lo único que me ayudaba era buscar la Presencia de Dios, y no por medio de mis padres sino por mí misma, ellos oraban por mí sin cesar, algunas veces oía que en sus momentos de intimidad con Dios ellos derramaban su corazón pidiéndole al Señor que me sanara; por lo mismo, lo que yo menos quería era llorar enfrente de ellos y decirles cómo me sentía.
Yo venía a llorarle al Señor, a desahogarme con Él, a decirle que me dolía mucho, que me sentía muy mal, que estaba muy triste y que no tenía ánimo; lloraba y me desahogaba en Él; sentía como el Espíritu de Dios venía sobre mí, me traía paz y me daba fuerzas para resistir un día más. Nunca me enoje con Dios, o nunca le dije porque, ni le cuestione el por qué tenía que pasar por eso cuando solamente había aprendido a servirle y amarlo a Él; sólo me deleitaba en su Presencia porque ahí Él recobraba mis fuerzas y me traía paz. Hasta que un día, le dije al Señor, muéstrame lo que quieres que yo aprenda; y así era mi oración, y Él me trajo esta palabra…
Isaías 41:13 Yo te sostengo de tu mano derecha; yo, El SEÑOR tu Dios. Y te digo: “No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte.
Pasaron meses y yo seguía buscando la Presencia de Dios y un día ahí en su Presencia, Él me mostró que me había sanado, y yo sabía que era Él y no mi imaginación. Yo le creí que había sido sanada y estaba tan emocionada que le dije a mis papás y a mi doctor que quería hablar con ellos, y les compartí que Dios me había sanado y que ya no iba seguir con ninguna quimioterapia; fue una gran sorpresa para todos, pero en especial para mi doctor, él me empezó explicar científicamente porque no se podía parar los tratamientos de quimioterapia y porque tenía que seguir con ellos. Después de eso, ya nadie más dijo nada. Sentí que mis argumentos no eran suficientes y vino a mí un desánimo; seguí orando y buscando a Dios en mis momentos de intimidad. Un día mi oración cambió y le dije Señor, ya no puedo, este dolor es demasiado, ya no tengo fuerzas, físicamente mi cuerpo ya no resiste, sé que me amas y estás conmigo, pero ya no puedo, si es tu voluntad Señor sáname y si no llévame contigo, haz tu voluntad.
Entonces Dios me volvió a hablar, y más fuerte que la primera vez, y me hizo entender que Él ya había pagado el precio por mí y que ya no tenía que sufrir más, que Él me había sanado y que su Sangre era suficiente para limpiarme de todo cáncer, sólo tenía que creerle y actuar en fe. Un poder sobrenatural vino sobre mí y cambió mi manera de pensar y ver las cosas naturalmente, decidí creerle a Dios que cada palabra y promesa que me había hablado era una realidad en mi vida; decidí caminar en fe y me trajo esta palabra…“Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha.” Salmos 73:23“Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová.” Jeremías 30:17
Así que decidí dejar todo tratamiento de quimioterapias y actuar como una persona sana, porque, como les decía yo creí lo que Dios me había hablado y necesitaba actuar en esa fe que sentía que me invadía y sabía que era el Poder de Dios sobre mi. Me levanté al siguiente día y hablé con mis padres y les conté todo lo que me había pasado, ellos me dieron su apoyo, sabían que lo que les decía sólo podía venir de Dios; me levanté valiente y fui a hablar con mi doctor y le dije que no vendría más a las quimioterapias, que Dios me había sanado; recuerden solo tenía 19 años. Por su puesto que no me creyó, pero me vio tan segura que no tuvo más que aceptarlo y solo me pidió que no dejara de checarme cada cierto tiempo como lo hacía, le dije que si, para demostrarle que el que me había sanado era Dios, y Él no me dejaría avergonzada.Así que comencé a caminar en esa fe, que Dios me había dado; día a día me sentía mejor.
Al principio me checaba cada 3 meses, después cada 6 meses, 9 meses y siempre todo salía bien; después cada año, hasta completar 5 años, para que fuera considerada libre de cáncer y Dios nunca me falló. El doctor y enfermeras que me atendían, estaban sorprendidos de mi recuperación y de ver cómo Dios había hecho un milagro en mi.
Al tiempo me case con el hombre que Dios tenía para mí, y después de ver el milagro de vida en mí, sabía que Dios me seguiría sorprendiendo; y así fue a pesar de que el doctor, me había dicho que no podría tener hijos, tuvimos 3; porque Dios fue el que les dio vida.
Aún en estos momentos difíciles que estamos pasando en esta pandemia, cuarentena, distanciamiento social, enfermedad, muerte, tristeza, desesperación, ansiedad, depresión, etc; te puedo decir que Dios tiene el control de todas las cosas, muchas de las veces no entendemos el por qué, o para que; no entendemos el plan de Dios para nuestras vidas. Pero Dios, siempre está en control de todas las cosas. Si te has sentido así o sola, que nadie te entiende, necesitas:
1. Busca la presencia de Dios, aun cuando no sientas ganas de orar, aún cuando no te salgan las palabras; toma la decisión de abrir tu corazón delante de Dios y expresarle todo lo que sientes, desahógate con Él.
2. Cuando leas Su Palabra, busca sus Promesas y tómalas para ti; decláralas para tu vida, para tu familia, créelas con todo tu corazón, porque esto hará que tu fe crezca.
3. Adórale, cántale, deja que su paz, gozo, alegría, su amor y Su Presencia empiece a llenar tu corazón, para que éste sea transformado. Y así Él ungirá tu cabeza, llenará tu copa y ésta estará rebosando (Salmos 23:5).
Recuerda Dios tiene un plan para ti, si aún estás con vida, es porque Dios no ha terminado contigo; Dios hace jardines donde hay sequía, Dios trae vida a los huesos secos. Acércate a Dios para que empieces a caminar en lo que Él ya diseñó para ti.
Esta experiencia que pasó hace muchos años, cambió mi vida y me enseñó a tener momentos de intimidad con Dios, a buscar su Presencia y deleitarme en ella; no cambiaría ningún momento de ella. Aun hasta este día Dios ha sido fiel; les dejo con esta promesa..“Si tú dispusieres tu corazón, Y extendieres a Él tus manos; Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more en tu casa la injusticia, Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte, y nada temerás; Y olvidarás tu miseria, O te acordarás de ella como de aguas que pasaron. La vida te será más clara que el mediodía; Aunque oscureciere, será como la mañana. Tendrás confianza, porque hay esperanza; Mirarás alrededor, y dormirás seguro. Te acostarás, y no habrá quien te espante; Y muchos suplicarán tu favor.” Job 11:13-19
escrito por
Daniela Contreras
Aurora Mujeres
Nuestra visión es que la mujer alcance su máximo potencial cuando es motivada y conectada al propósito que Dios tiene para ella y por el cual fue creada.
En Aurora Mujeres podemos ser nosotras mismas, abrir nuestro corazón, verte a ti misma de la misma manera en como Dios te ve, dejar atrás los errores y comenzar de nuevo.
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