La mayoría de las mujeres tenemos una necesidad de ser aceptadas, de pertenecer, de sentirnos amadas.

Recuerdo cuando era niña, no me sentía muy aceptada por mis padres, y siempre estaba haciendo cosas por agradarlos, fingía que me gustaba la lucha libre y el fútbol para que mi papá se quitara de la cabeza la idea de tener un hijo varón, ya que éramos dos mujeres nada más; le mentía a mi mamá al ser de cierta manera que ella describe como la niña ideal.

Por más que intentaba, no sentía que encajaba en el estándar de hija perfecta para ellos. Empecé también a actuar con mis amistades, en la escuela, era tanta mi necesidad de ser aceptada y amada que me esforzaba demasiado, vivía cansada y frustrada de no sentir que lo lograba.

¿Te has sentido así?

Yo me sentí así por casi 20 años, y lo peor era que sentía que nunca encontraría a alguien que me amara de verdad, que me aceptara como soy y que no tuviera que fingir para ser amada.

En una ocasión mi madre me dijo, toda tu vida vas a sufrir por ser tan débil, eres muy llorona, las personas como tu sufren. Esas palabras dolieron tanto en mi corazón, lo peor de todo es que las creí y también creía que mi destino era vivir así, sufrida y rechazada. Hasta que asistí a un hermoso grupo de mujeres donde la anfitriona me presentó a Cristo y me habló de un amor incomparable, incondicional y eterno.

Era lo que yo siempre había deseado, comprendí que mis padres me amaban y que no querían dañarme, pero que todos teníamos ese vacío, esa necesidad de que Dios llegara a nuestras vidas para llenarlas.

Dios dice en:

Isaías 49:15 ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡Yo no te olvidare!

Quedé tan impactada al conocer el amor que Dios tiene por mí. Saber que Él nos perdona, nos acepta, le gusta nuestra forma de ser porque Él nos creó. Dios nos ha hecho con un propósito; los dones, habilidades y talentos que puso en tí y en mí, están diseñados para un propósito divino.

Nadie nos va amar como Él, ¡qué gran amor nos ha dado que nos llama sus hijas!

Cuando conocí ese amor, mi autoestima se fortaleció, me sentí una mujer segura, fuerte, y capaz. Aun cuando las personas no sepan valorar quien tú eres ¡Dios nunca falla! Él no critica tu personalidad, Él nos ama como somos, dice que somos como la niña de sus ojos, ¡imagínate qué amor tan grande!

Si tú te has sentido así, rechazada, no amada, tienes que saber que Dios te ama tanto, que dió a su único hijo por ti. Para Dios eres hermosa, valiosa, única y especial. Su palabra dice:

Jeremías 31:3 “Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia”.

Te quiero dar unos consejos para que empieces a amarte más, y a sentirte amada por Dios.

1. Perdónate. Nosotras a veces somos tan duras con nosotras mismas, y nos atamos al pasado y a nuestros errores. ¡Perdónate! Dios en su inmenso amor te perdona si estás arrepentida, y dice su palabra, que nunca más se vuelve acordar de tu error.
2. Conéctate con tu Creador. Orar es comunicarse con Dios. Platica con Él, confía tus más íntimos pesares, Él te dará descanso. Él responderá a tus peticiones, y cuando lees Su palabra, podrás sentir su amor y conocer las promesas que tiene para tu vida.
3. ¡Ámate! El amor de Dios no cambia, Él nunca dejará de amarte, pero también debes amarte tú. Acéptate y consiéntete cada día, arréglate, perfúmate, disfruta de las cosas que te gustan y cuida tu mente, tu cuerpo y tu espíritu. Dales alimento que los nutra, para que crezcas cada día en fe, en amor y sabiduría.

¡Dios te ama con amor eterno!  ¡Siéntete Amada!