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Levanta tu mirada

Verónica Parra

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Hace ya algunos años viví una etapa muy difícil, todo surgió a partir de una enfermedad, ya caminando con Dios la enfermedad tocó a mi puerta y no lo podía creer, me consideraba una persona muy sana, me preguntaba ¿Por qué a mí? ¿porqué a mí Dios?; comenzó con una severa infección en los riñones o al menos eso arrojaron los resultados de los estudios, se fue complicado día con día hasta que diagnosticaron una cistitis severa, pasaron los días y no mejoraba, se llego el mes de diciembre lo recuerdo por la gran cantidad de compromisos que tenía y la enfermedad no cedía, era una batalla con la enfermedad y con mi aprehensión, sin duda yo oraba y pedía que los demás también lo hicieran por mi, leía la palaba, fueron días grises…

Continúe visitando doctores, cada doctor solicitaba estudios y no encontraba nada, serían 6 doctores si mal no recuerdo los que me atendieron y cada uno de ellos decía que todo estaba bien, excepto el primer doctor que diagnosticó como les comente al principio una severa infección en los riñones, seguía empeorando mi salud día a día, sin dormir, sentí que Dios no me escuchaba más y dejé de orar, de leer la biblia, escuchar alabanzas y por supuesto la situación se tornó aún peor porque llegó el temor, la ansiedad y su invitado de honor la depresión. Algo que muchas veces escuché, pero jamás creí padecerlo, lo veía muy lejos y de pronto me vi sumergida en lo más profundo, el siguiente paso fue el psiquiatra y medicamentos psiquiátricos, no quería que nadie supiera que iba a ese tipo de terapia y es que, ¿cémo a mi me podía pasar esto? A una mujer fuerte, cristiana y que en mi hogar todos le servimos a Dios.

Aumentaron los reclamos a Dios, cada que tomaba una pastilla me sentía fatal y lloraba, nos vimos en al necesidad de entregar nuestro ministerio y eso fue otro golpe aunque sabía que no podía continuar sirviendo, todo empeoraba y aunque mi esposo no me lo dijo yo sabía que a él le dolió tomar la decisión de dejar el servicio pero estábamos juntos en esto: pasaron unos días y recuerdo que mi esposo habló conmigo por un largo periodo de tiempo y me hizo recordar nuestra vida, fue como poner una película y yo ser la protagonista principal, me recordó de donde veníamos y como Jesús nos había rescatado, donde estamos ahora y como con amor y paciencia mi esposo e hijo estuvieron ahí junto con mis pastores, familia y amigos; segura estoy que en otro momento mi esposo se hubiera ido pero Dios ya había transformado su corazón y luchó conmigo, me percate y entendí en ese proceso que Dios usa a las personas para actuar en bondad, amor, paciencia y todas las características del carácter de Cristo.

Recuerdo que después de esa plática tan intensa y llena de amor tome un baño y comencé a llorar, me arrepentí y pedí perdón a Dios, continúe hablando con Él por un buen tiempo, agradecí por todas esas personas que siempre estuvieron con nosotros, por mi esposo, hijo, pastores, amigos y familia, llorando como una niña chiquita derrotada y rendida ante los pies de Su padre, sentía como Él me consolaba, ese día como hacía mucho no lo hacía, pude dormir bien, al día siguiente muy temprano, en cuanto abrí los ojos tomé la biblia y comencé a leer Su palabra, nuevamente me tome de Su mano y me aferré a Él más fuerte que nunca, recuerdo que los primeros domingos que regresé a la iglesia de La Roca, comenzaba la alabanza y empezaba a llorar, sentía a Dios tan cerca; fue una etapa de mi vida inolvidable y entendí como Dios estuvo conmigo siempre durante este proceso y nunca me dejo sola, ¡Él siempre estuvo ahí!

1 Pedro 5:10 En su bondad Dios los llamo a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco tiempo, el los restaurara, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmara sobre un fundamento solido; Dios también trabajó con el orgullo que sentía en ese momento.

 

1 Samuel 16:7 pero el señor le dijo a Samuel: no juzgues por su apariencia o por su estatura por que yo lo he rechazado. El señor no ve las cosas de la manera que tu las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el señor mira el corazón.

Dios me habló en este proceso de enfermedad y ahora la pregunta que yo le hacía era: ¿para que me permites que pase por esto?, y ya no solo el porque, sino ¿para que?, Él me respondió

2 Corintios 1:4 Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerlos el mismo consuelo que Dios nos ha dado nosotros.

Ahora yo gracias a Dios puedo apoyar a más mujeres que están pasando por ansiedad o depresión, entendí el porque pasé por este evento en mi vida.

Una persona durante este proceso me dio la siguiente palabra:

Salmos 91 Los que viven al amparo del Altísimo encontraran descanso a la sombra del todo poderoso.

Declaro lo siguiente acerca del Señor: solo Él es mi refugio, mi lugar seguro; Él es mi Dios y en Él confió, te rescatará de toda trampa y te protegerá de enfermedades mortales.

Con sus plumas te cubrirá y con sus alas te dará refugio, sus fieles promesas son tu armadura y tu protección. No tengas miedo de los terrores de la noche, ni de la flecha que se lanza en el día, no temas a la enfermedad que se acecha en la oscuridad, ni a la catástrofe que estalla al medio día, aunque caigan mil a tu lado, aunque mueran diez mil a tu alrededor, esos males no te tocaran, simplemente abre tus ojos y mira como los perversos reciben su merecido.

Si haces al Señor tu refugio y al Altísimo tu resguardo, ningún mal te conquistará; ninguna plaga se acercará a tu hogar.

Pues El ordenara a sus ángeles que te protejan por donde vayas, te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra.

Pisotearas leones y cobras, aplastarás feroces leones y serpientes bajo tus pies, el señor dice: rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre.

Cuando me llamen yo les responderé; estaré con ellos en medio de las dificultades.

Los rescataré y los honraré.

Los recompensaré con una larga vida y les daré mi salvación.

Esto incremento mi fe en Dios y hoy estoy sana, libre de pastillas y tomada de la mano de Dios en todo momento, eventualmente el enemigo viene a meterse sigilosamente pero no le doy cabida, pues hoy más que nunca estoy conectada a Dios, Isaías 54:17: ningún arma forjada contra ti prosperará y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio; esta es la herencia de los ciervos de Jehová, y su salvación de mi vendrá dijo Jehová.

 

escrito por

Verónica Parra

Aurora Mujeres

Nuestra visión es que la mujer alcance su máximo potencial cuando es motivada y conectada al propósito que Dios tiene para ella y por el cual fue creada.

En Aurora Mujeres podemos ser nosotras mismas, abrir nuestro corazón, verte a ti misma de la misma manera en como Dios te ve, dejar atrás los errores y comenzar de nuevo.

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