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La carrera más importante

Marisela Íñiguez

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Las personas que me conocen saben que unas de mis pasiones es correr, esa adrenalina que siento al atravesar la línea de meta es increíble. Es una emoción y satisfacción para mí. En el 2019 corrí la carrera más importante, la más difícil, la que cambió mi vida y me enseño a depender del Señor a cada instante con todo mi ser. Recibí la medalla más valiosa, una que gane de la mano del Padre, fue Él quien me preparó para poder cursar la meta.

En el verano del 2018 note una bola debajo de mi mandíbula, yo creí que era un ganglio inflamado debido a un trabajo dental, y no le tome la importancia que debía, finalmente para finales del año comencé los estudio necesarios y tras varios exámenes médicos, el 22 de Enero del 2019 (dos días antes de mi cumpleaños) mi Dra familiar (cabe mencionar que es mi prima) me llamó y me pidió que esa noche fuéramos a hablar a un lugar privado, donde no estuvieran mis hijos, quería darme los resultados de mis estudios, también me pidió que fuera acompañada de mi esposo, en ese momento supe que no serían buenas noticias.

Ya en la reunión me dijo que muchas veces al buscar algo, se encuentran cosas que no están buscando, los primeros resultados salieron que no era un ganglio, si no que era una glándula salival y que al parecer era cáncer, también encontraron algo en mi cuello que más tarde resultó ser una malformación de la cual no hay de que preocuparse y por último se encontró un tumor en mi frente a un lado de la glándula pituitaria, el cual después de varios estudios supimos que es benigno y al que hasta el momento estamos monitorizando y está bajo control gracias a Dios y al temprano hallazgo (definitivamente Dios sabe por que hace las cosas).

Pero del que había pendiente era de esa bola en mi mandíbula, teníamos que analizar más (biopsia, MRI, CT Scan, cirugía, patología) para saber si era cáncer o no, esa noche después del shock de toda esa noticia, tras orar y de cancelar cada hallazgo, pedimos a Dios que nos fortaleciera, nos diera paz y dirección y sobre todo control de toda esa situación. Me fui a dormir, ¿como logre el sueño en ese momento? no lo sé. Definitivamente vertí toda mi angustia en mi Padre, es la única explicación.

Filipenses 4 6-7. No se inquieten por nada; mas bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidarte sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesus.

Esa noche ya dormida, tuve el sueño más espectacular Recostada de mi lado izquierdo en la parte de arriba vi una luz inmensa que abarcaba toda mi visón, una luz que encandilaba, como si mirara directamente al sol y en medio Su silueta, de Él salían destellos amarillos de luz brillante, su ropa era blanca y la luz lo traspasaba, la luz hacia que su rostro fuera resplandeciente y algo borroso, su cabello parecía rubio de tanta luz, en eso vi como Él estiraba su mano y sacó una bola de mi boca, inmediatamente después desperté con mi boca abierta, confundida por mi sueño, aún me sentía lampareada por la luz, no entendía lo que había visto, tenía miedo de que mi temor estuviera jugando con mi mente. Los dos días siguientes le pedí a Dios que me dijera si era un sueno provocado por mi miedo o era un sueño que venía de Él. Quería que fuera más claro de lo que ya había sido. A los 2 o 3 días por medio de mi devocional recibí su contestación en: Mateo 17:2 Allí se transfiguro en presencia de ellos, su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz.

En ese momento supe que Dios estaba en control de toda situación, supe que estaba por atravesar un desierto pero que de la mano de mi Padre saldría victoriosa, tuve la certeza de que todo estaría bien. Entendí que podía elegir temer y derrumbarme y así como Israel durar años en el desierto o aferrarme a Dios y a sus promesas, y cruzar esa meta lo más rápido posible. Desde ese momento recordar esa imagen me llenaba de paz, seguridad, fe y esperanza de saber qué atravesaría el desierto valientemente sostenida de su mano a sabiendas de que Él ya había hecho TODO el trabajo. La carrera fue dura, larga y agotadora, fueron meses de estudios, biopsias, médicos y 33 radiaciones diarias de lunes a viernes, las cuales tenían que ser tan precisas que había que ponerme una máscara que abarcaba la cabeza y pecho y la amarraban a una cama para inmovilizarme (esto fue lo mas difícil que viví, aparte del dolor y el miedo) terminaba viéndome como un waffle de la fuerza con la que era sujetada. Pero aun ahí en ese cuarto donde me quedaba sola recibiendo la radiación, sabia que había uno más entre las llamas, sabía que Él estaba ahí, luchando junto conmigo. Nunca me sentí sola y día con día lograba amarrarme a esa cama y superar mi fobia, por que solo Él me daba esa valentía, sé que sin mi Padre no hubiera podido superar cada reto que esa carrera presentaba. Cada vez que llegaba a mi mente pensamientos de temor, de claustrofobia, de pensar que podía morir, de escuchar diagnósticos catrastoficos, yo solo dirigía toda mi mente, fe y corazón a este sueño que me llenaba de paz y tranquilidad y sabía que la obra ya estaba hecha, sabía que terminaría esta carrera intacta, fortalecida y mejorada. Porque aunque no lo podía ver, Él fue alumbrando mi camino, Jesús tenía todo bajo control y alineo cada mínimo detalle para que yo saliera triunfante, lista para cumplir el propósito que Dios tiene para mi vida. Ahora más que nunca sé que mi vida y mi servicio le pertenecen.

escrito por

Marisela Íñiguez

Aurora Mujeres

Nuestra visión es que la mujer alcance su máximo potencial cuando es motivada y conectada al propósito que Dios tiene para ella y por el cual fue creada.

En Aurora Mujeres podemos ser nosotras mismas, abrir nuestro corazón, verte a ti misma de la misma manera en como Dios te ve, dejar atrás los errores y comenzar de nuevo.

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