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Gratitud en medio de crisis

En mi práctica como terapeuta familiar, todos los días me encuentro con padres e hijos, parejas y relaciones quejándose por la falta de amor o aprecio de uno hacia el otro. Escucho cosas como; “no le importo”, “no me siento amado(a)”, “no me valoran”, “no importa todo lo que hago, nunca es suficiente”. ¿Te suena familiar? Padres sorprendidos de que sus hijos se corten y lastimen su cuerpo, tengan pensamientos suicidas, estén aislados de la familia en su habitación o con un odio y resentimiento hacia sus padres. También me encuentro con esposos y padres que no quieren participar en terapia por la idea errónea de que sea un momento más para recordarle todo lo que él está haciendo mal y encima pagar por ello. Como resultado, alimentando aún más el ciclo de enojo y desprecio de sus esposas hacia ellos.

La psicología ha comprobado que todo ser humano tiene la necesidad de ser aceptado, y dentro de esa aceptación es que podamos sentir que la gente valora y aprecia lo que somos y lo que hacemos.  El error está en que muchas veces dejamos nuestra gratitud hacia otros y hacia Dios en el corazón o en un pensamiento, sin embargo si vocalizamos los defectos y errores de otras personas o incluso reproches hacia Dios cuando no responde en el momento que nosotros deseáramos.

John Gottman doctor en psicología conocido por sus extensos estudios con parejas, dice que el desprecio es la razón número uno para predecir el divorcio. Si el desprecio puede hacer eso a tu relación matrimonial, que estará haciendo en tu relación con tus hijos, contigo misma o incluso tu relación con Dios.

La Biblia habla 116 veces acerca de la gratitud y 73 veces nos dice que “demos gracias”. ¿Qué tan seguido vocalizas tu gratitud? no solo a Dios sino también a las personas a tu alrededor. Es muy común que fácilmente practiquemos la gratitud con extraños porque no esperamos nada de una persona que no conocemos. Sin embargo, con las personas que amamos muchas veces la gratitud se convierte en algo que esperamos únicamente de ellos.

Quisiera compartir contigo lo que en lo personal me llevó a tener un corazón de gratitud hacia Dios y hacia las cosas más pequeñas en mi vida. Hace casi ya 9 años mi esposo y yo anhelábamos tener hijos, sin embargo no podíamos lograrlo. No importaba que estudios realizáramos no lográbamos tener el hijo que tanto deseábamos. De pronto el esforzarme para ser mejor esposa, mujer o en mi carrera profesional comenzaba a dejar de tener sentido. Me preguntaba ¿De qué sirve esforzarme si no tengo a nadie a quien dejarle lo que mi esposo y yo logremos con la ayuda de Dios? No paso mucho tiempo cuando comencé a dejar que mi corazón se llenara de ingratitud. Incluso llegue a sentir que no tenía autoridad ni credibilidad para decir que Dios escucha tus oraciones y que es un Dios fiel. Estaba concentrada en lo único que aún no tenía.

En el proceso de más de 8 años de esperar por un hijo, atravesé desiertos, altas y bajas hasta que me di cuenta que en mi corazón había soberbia de pensar en lo que yo “me merecía” y lo que no. Pude reconocer que estaba enfocándome en lo mismo que Eva se enfocó en el huerto del edén, en ese fruto al cual no tenía acceso. Tuve que tomar la decisión que si nunca tendría hijos no podía vivir toda mi vida viendo mi vida a través de ese lente negativo de “soy la que no tiene hijos” y más bien decidí ver mi vida a través del lente de “tengo familia, esposo, amigos, trabajo, salud, etc.” Me hice consciente que el mundo está lleno de gente que no tiene todo lo que yo estaba despreciando.

El solo hecho de decir “gracias” cuando alguien nos trata bien, o hace algo por nosotros ya sea tu familia, amigos o incluso Dios no te hace una persona agradecida, eso solo se llaman “Modales y educación”.  La pregunta es, ¿podemos seguir teniendo una actitud de gratitud cuando estamos atravesando dolor, desierto emocional, problemas de salud o en medio de una crisis como la que el mundo entero está viviendo en estos días?

El Salmo 23  nos recuerda como estar agradecidos a pesar de las circunstancias cuando David declara: “Aunque ande en valle obscuro o de muerte no temeré mal alguno”. Esto es un ejemplo de cuando una gratitud real se manifiesta.

El vivir con gratitud apreciando lo bueno de nuestra vida y nuestras relaciones es una decisión. En 1 Tesalonicenses 5:16-18 la palabra de Dios nos dice: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación”. Todos los seres humanos pasamos por retos distintos. La espera de un hijo fue el mío, ¿Cuál es el reto que tú estás atravesando que obstruye que puedas apreciar las cosas buenas en tu vida?

Te invito a que decidas que tipo de creyente quieres ser. ¿Quieres ser el tipo de creyente que solo da gracias por lo que ve?, o vas a ser una persona que agradece “A pesar de lo que no ve”. Recuerda que la queja y el desprecio te puede llevar a una situación peor de la que estás.

Te recomiendo lo siguiente:

1. Vive en gratitud por lo que tienes en tu vida.
2. Cambia tu crisis en bendición. Pide perdón y busca reconciliar tus relaciones perdidas con tu pareja, tus hijos o todo aquello que hayas despreciado.
3. Desarrolla el hábito de agradecer todos los días a Dios y los demás.

Se intencional en estos días que permaneces en casa con las personas que más amas. Y reflexiona en las áreas que has dado por hecho en tu relación con Dios y los demás.

escrito por

Elizabeth Wilson

Aurora Mujeres

Nuestra visión es que la mujer alcance su máximo potencial cuando es motivada y conectada al propósito que Dios tiene para ella y por el cual fue creada.

En Aurora Mujeres podemos ser nosotras mismas, abrir nuestro corazón, verte a ti misma de la misma manera en como Dios te ve, dejar atrás los errores y comenzar de nuevo.

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