Desde muy joven comencé en el mundo de la adicciones, esto cada vez era peor, fue como caer en un precipicio, fueron 17 años así, ya estaba muy cansada pero no lograba salir, lo intentaba y fallaba cada vez..

Hasta que un día mi hija de 7 años enfermó, y enfermó mucho, tenía una enfermedad de esas de una en un millón, hospitalizada y sin saber lo que tenía, me llevó a arrodillarme y decirle a Dios “si tú existes, entonces muéstramelo”, yo reté a Dios, era mi última opción, ¡negocié con Él! Le dije que si me la devolvía, yo veía cómo le hacía, pero le juré que dejaría todo.

Después, cuando ella salió del hospital completamente sana, tuve que cumplir, Él me ayudó, Él sabía que no iba a poder hacerlo sola, estuvo conmigo siempre, sin juzgarme, sin señalarme. Yo estaba muerta en vida, seguía en las drogas, no podía parar, estaba literal perdida. Fue ahí donde mi familia me internó en un centro de rehabilitación, los primeros días fueron horribles, pero después volví en sí, “reviví”como el hijo pródigo.

Lucas 15:25 porque este es mi hijo, muerto era, y ha revivido, se había perdido, y es hallado.

Es ahí donde comencé a vivir en libertad, aceptando mis errores, aceptando que mis decisiones no fueron las mejores durante esos 17 años, el daño a mi hija, y a mis familiares y sobretodo a mí misma.

Mi hija, cuando yo asistía a mis juntas de Narcoticos Anónimos, a ella la llevaba un familiar a unas reuniones en casa, donde se daban estudios bíblicos, y es ahí donde mi hija me invita: “Mamá todos los papás de mis amigos van, quiero que vayas conmigo“. Fui, me senté, escuché y al final me pregunta: ¿quieres recibir a Jesús en tu corazón?

Yo no tenía idea de lo que se trataba, pero solo repetí unas palabras: “Hoy abro mi corazón para que tú entres, me limpies, sanes y restaures mi vida”

Romanos 10:9 Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.

Una oración tan sencilla, que con solo declararlo hizo toda la diferencia, ya era hija de Dios, ya pertenecía, ya tenía una identidad.

No ha sido fácil, he tenido que trabajar mucho en mi interior, he tenido que sanar muchas áreas de mi vida, pero reconocer a Dios como mi Señor y tener una relación con Él me ha llevado a esta sanidad, a esta libertad y paz de la que hoy puedo disfrutar, hoy puedo decirte que si estás viviendo algo similar, Dios es el único que conoce las profundidades de nuestros sufrimientos, Él puede y está dispuesto a revelarnos la causa de ese sufrimiento para que seamos libres, sanas y sobre todo que seamos perdonadas y poder empezar de nuevo.

2 corintios 5:17 de modo que si alguna está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas.