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Recuerdo el día que nació mi primer niño como si fuera ayer, esa cascada de sentimientos y emociones que descubrí ese día, tantos anhelos nacieron en mi corazón, tantos sueños, tanta dicha y gratitud por tener en mis brazos a mi hijo, a la vez nacieron emociones y pensamientos que nunca había experimentado antes, y conforme mi niño crecía venían más cuestionamientos a mi mente, nació mi segundo hijo y el amor se potencializo de una manera única y junto con él nacieron más sueños y anhelos en mi corazón, a la vez inquietudes y preocupaciones, pero en esos momentos jamás he olvidado que Dios tiene un gran propósito para ellos..

Vivimos en una nueva era como sociedad que nos ha dificultado nuestro desarrollo como padres, criar a un hijo en estos días puede ser atemorizante, aún más si agregamos la situación actual pandémica que estamos experimentando, redes sociales, pérdida de valores, roles de familia equivocados, egoísmo, egocentrismo, falta de identidad, y un sin fín más que tú puedes identificar. 

Un día, hace un par de años viendo las noticias me cuestione ¿Qué les tocará vivir a mis hijos? ¿será posible guardar el corazón de mis hijos ante las bombas que hay allá afuera? Y Dios me contestó que SÍ, claro que se puede, SI ES POSIBLE, y surge otra pregunta, ¿Cómo?, tenía miedo de cometer errores que desviaran el propósito de Dios en sus vidas, errores que no edificarán, errores que los lastimaran, y que crees que ha pasado? Los he cometido, los errores son cosa común en este camino de ser padres, pero la buena noticia es que puedes aprender de ellos, mejorar como padre o madre para forjar relaciones de alegría, gozo, unión y honra.

 Entonces me enfoque en dar un paso al frente y hacer lo que me corresponde, ese es el desafío que acepte vivir desde ese día y es el desafío que te presento a ti a través de estas letras, da un paso enfrente y se madre o padre que decide que tu familia es tu vocación número uno, la más importante, y asume el compromiso, acepta ese gran empleo de criar a tus hijos, recuerda no será fácil, tampoco resultará siempre divertido o gratificante, ni tampoco será perfecto o habrá siempre los resultados que planeamos, pero te digo algo, valdrá completamente la pena, porque se que para ti el amor hacia tus hijos desea lo mejor para ellos y así como yo deseo lo mejor para los mios, deseamos verlos plenos y viviendo el propósito de Dios para sus vidas. 

Jamás seremos los padres perfectos, jamás, ni siquiera hace falta que seamos los mejores, y a esto me refiero que en la sociedad hay “modas” o “tendencias” de cómo es ser un padre o madre perfecto, pero todas ellas nos desvían a asumir con responsabilidad nuestro rol, pueden crear confusión en cómo debemos ejecutar nuestra posición como padres o madres, nos “enseñan” a ser amigos de nuestros hijos, a vivir en “libertinaje” en lugar de “libertad”, a confundir el lugar de cada miembro de la familia, hijos que mandan y padres sumisos antes las manipulaciones de sus hijos, uf! Demasiadas modas erróneas, por eso no te desvíes y busca de la fuente correcta que es la palabra, es la única verdad que tenemos y nunca te compares, cada hijo como cada familia es distinta, debemos esforzarnos en tomar el tiempo para ser mejores y aprender de nuestros errores, podemos hacerlo..!

Un día buscando aprender, herramientas y consejos que me ayudaran  a ser mejor madre leí acerca de la disciplina de la realidad, y me gustaría compartirte que aprendí de ella.

La disciplina de la realidad es una forma de actuar y hablar congruente, respetuosa, firme y objetiva con la cual nosotros los padres podemos amar, guiar, instruir y aconsejar a nuestros hijos. La clave de todo esto es el AMOR.

Y eso me llevó a estudiar el siguiente versículo:

Efesios 6:1-4 Hijos, obedezcan a sus padres. Ustedes son de Cristo, y eso es lo que les corresponde hacer. El primer mandamiento que va acompañado de una promesa es el siguiente: «Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre. Así les irá bien, y podrán vivir muchos años en la tierra. Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos. Más bien eduquenlos y denles enseñanzas cristianas.

Claro que quiero instruirlos honra hacia mi esposo y su servidora a mis hijos porque quiero que la promesa de su obediencia sea vivida en ellos. Pero me enfoque mas en aprender en el verso 4,  es una instrucción para nosotros los padres, es una manifestación de Dios de cómo debemos cuidar y guiar de nuestros hijos, y me detuve muchas ocasiones a meditar en =no hagan enojar a sus hijos=, me analizaba y observaba mis conductas de corrección hacia ellos, buscaba profundizar y descubrir cuales habían provocado enojo en ellos, molestia, frustración o desesperación, a pesar de que mis hijos son pequeños se que son personitas que viven y están desarrollando su propia personalidad. Tome la iniciativa de pedirles perdón y hacer un compromiso conmigo misma y con Dios para erradicar actitudes que podrían provocar enojo en ellos. 

Y la parte de educarlos y darles enseñanzas cristianas lo relaciono con la disciplina de la realidad, observando mi posición como hija ante mi Padre Celestial, y Él nunca ha dejado de instruirme con amor, con paciencia, respeto, bondad, empatía, cuidado, paz y delicadeza, porque Dios es amor. Este tipo de disciplina es la que debo practicar y requiere de paciencia, habilidad y compromiso para enseñar y guiar y no solo descargar el enojo, desesperación, angustia, temor, cansancio, frustración o ira llamándola disciplina.  Es un balance entre ser permisivo y autoritario. Es un balance entre enseñar a nuestros hijos a que tienen libertad de decisión, así como ser responsables de las consecuencias tanto buenas o malas de sus decisiones. Es una línea muy delgada entre la disciplina y el castigo, entre la permisividad y la enseñanza amorosa.

A lo largo de las siguientes semanas estaremos aprendiendo juntos de los principios de la disciplina de la realidad que me han instruido y guiado para mi trabajo diario a cumplir mi compromiso de ser mejor madre para mis hijos.  

Recuerda, no estamos solos o solas en este gran y largo camino de forjar hombres y mujeres de bien, con valores firmes y convicciones seguras y sobre todo con una identidad de hierro forjada en el amor que viven en sus hogares bajo la instrucción de sus padres, Dios es nuestra guía y busquemos la instrucción de parte de Él.

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